La palabra “emprendedurismo” es casi nueva en los diversos diccionarios
de las lenguas emergentes y también en los países jóvenes, especialmente los
subdesarrollados o naciones nacientes que han surgido de las rupturas de
alianzas políticas. Ahora se
habla del “espíritu emprendedor”, “sinergias”, “start up”, “emprendimiento”,
“educación emprendedora”, “expertise”, “know how” y “feed back”, “innovación”,
“creatividad”, entre otras nuevas palabras, frases, anglicismos, galicismos y
otros neologismos, obviamente siempre en los ámbitos empresariales y personales. El mundo ha
crecido y a la vez se ha reducido. Ha crecido en términos poblacionales,
tecnológicos y virtuales, pero se ha reducido en esos mismos conceptos.
La
tecnología ha permitido que personas de distintos lugares, realidades e idiomas
estén cada vez más cerca. Hemos pasado de la “aldea global” en la década de los
ochenta hasta la “tribu” o “clan” virtual. Han notado que la gente,
especialmente las generaciones jóvenes, esté cerca y distantes a la vez. Dos
personas pueden estar sentadas una al costado de la otra, pero mediante sus
smartphones, cada cual está a kilómetros de distancia.
Ante esta
realidad global, el liderazgo asume su rol unificador e integrador. Tiene una
respuesta ante esa falta de unidad.
Se entiende
que el emprendedor es una persona que busca hacer realidad un sueño, mediante
diversos mecanismos, siendo de vital importancia la innovación y la constancia.
En el mundo de los negocios así funciona, pero usando los mismos mecanismos se
puede aplicar a la vida misma.
Hay personas
que provienen de hogares con escasez material, pero con esfuerzo han estudiado
y han logrado metas académicas o empresariales en sus vidas. Por ejemplo, en el
Perú cada vez hay una creciente clase media. Gente que maneja y vive con
significativos ingresos económicos y poseen propiedades como casa, vehículos y
otros bienes, y periódicamente realizan viajes de placer dentro y fuera del
país.
Entonces, se
puede afirmar que el emprendimiento es la capacidad que tiene una persona para
desarrollar y hacer realidad una idea, especialmente en el mundo de los
negocios. Un emprendedor nato asume riesgos y supera obstáculos a pesar de las
dificultades que se presentan siempre.
Generalmente,
cuando se habla de emprendimiento, sus definiciones se orientan al mundo
empresarial o de negocios. Pero emprendimiento también supone administración de
riesgos, experiencia organizacional, financiamiento del proyecto, toma de
decisiones, conocimiento de la actividad emprendedora, mercado para operar,
productos y servicios, tecnología microfinanciera, tecnología de la
información, reputación, etc.
Se recurre a
anglicismo para representar mejor la idea. Por ejemplo, el “Know how” para
referirnos a saber cómo realizar un proyecto. Todos sabemos que un emprendedor
usa todo su conocimiento para sacar adelante su negocio o proyecto, y si no
sabe, busca la forma de aprender.
El
“expertise” es la experiencia, pericia, destreza, habilidad o práctica que se
tiene sobre el negocio. Muchas veces, el emprendedor no ha estudiado
académicamente una materia, pero en la práctica ha desarrollado un proyecto,
como fue la experiencia de los peruanos Ángel Añaños, Carlos Hiraoka o Erasmo
Wong, dueños de diversas empresas en el Perú y en el extranjero. En todos los
casos, a la experiencia se le sumó estudios académicos luego.
Se afirma
que los emprendedores actúan como administradores
y anticipan el lanzamiento y crecimiento de su empresa. Cuesta mucho subir y
sostenerse en el tiempo. De cada cinco microempresas que se forman en el Perú,
cuatro de ellas desaparecen antes de su primer año de vida. Sólo una sobrevive
y un 20% de las sobrevivientes llega a los cinco años de vida. El reto es mayor
cuando pasan de microempresa a pequeña empresa y luego a mediana empresa.
Los académicos revelan que el emprendimiento es el proceso mediante el
cual un individuo o un equipo identifica una oportunidad de negocio y adquiere
y despliega los recursos requeridos para su explotación de las oportunidades de
emprendimiento.
Pero ello no
se hace de la noche a la mañana. La retroalimentación es clave en esta etapa.
La retroalimentación no es otra cosa que el “feed back”. Es decir, es el
conjunto de reacciones o respuestas que manifiesta un receptor respecto a la
actuación del emisor, lo que es tenido en cuenta por este para cambiar o
modificar su mensaje. Cuando un emprendedor se da cuenta que la cosa no está
funcionando como quisiera, entonces es tiempo de cambiar, de modificar o
simplemente de innovar.
Como el “feed
back” es ida y vuelta, es fácil darse cuenta qué cosa no está funcionando bien.
El mejor termómetro es el mercado. Si un producto o servicio no sale, lo
primero que debemos averiguar es sabe dónde está el “cuello de botella” para
hacer las correcciones del caso.
Si damos una
mirada a las nuevas generaciones de latinoamericanos no daremos cuenta que están
creciendo bajo el espíritu del emprendedurismo. Es común ver a jóvenes
peruanos, colombianos y mexicanos crecer en ambientes relacionados con los
negocios y buscar ellos mismos su propia fuente de ingresos. La dura realidad
por la que han pasado países como Perú, Colombia y México les ha enseñado a
vivir con lo que tienen y hacer negocios “desde abajo”. En los casos de Chile,
Argentina y Brasil, ahí recién se viven realidades que es muy probable que
ocurra lo mismo con los primeros. Venezuela lo está “aprendiendo a golpes” pero
en otras naciones.
Hay algo que
está cambiando al mundo y es el proceso de globalización. Nos imaginamos todas
las ventajas económicas para las empresas peruanas que llegarán por la globalización
y los tratados de libre comercio en los próximos años.
El Perú es
un país de emprendedores, razón por la cual se ha convertido en la vedette del
crecimiento económico en la región. No pensamos en aquellos negocios que
tendrán que reconvertirse como resultado del nuevo orden económico
internacional, sino en las diversas oportunidades comerciales para los
emprendedores locales.
Creemos que estamos frente a una nueva generación de peruanos que está pensando
en grande. La gastronomía, que parece ser un sector nuevo no lo es tanto. Perú
posee desde antaño miles de restaurantes, picanterías, cebicherías y fondas que
destacan no solamente en el exquisito sabor de su cocina, sino en los servicios
de calidad a favor del consumidor.
Por ejemplo,
en el Perú hay miles de emprendedores que disfrutan de la cocina y hacen maravillas
en ella. La variada cocina regional está conquistando los más exquisitos
paladares de América Latina, Estados Unidos y Europa, no en vano en Chile, los
50 mejores restaurantes son precisamente aquellos especializados en comida
peruana, que ya es un sello internacional.
EXPERIENCIAS
Una experiencia que merece destacar es la de Ángel Añaños, quien inició el
negocio de las bebidas Kola Real (Ahora llamada KR), siendo productor, vendedor
y repartidor al mismo tiempo en los diversos pueblos de la serranía peruana.
Ahora la cadena de bebidas, sodas y agua se produce en más de diez países del
mundo y se comercializa en más de 50 naciones.
Otra
experiencia es la Carlos Hiraoka, quien inició su negocio en su tienda de
Huanta, Ayacucho y luego en Lima. En la actualidad, la cadena de
comercialización de artefactos con marca propia (Miray) no sólo está presente
en Lima, sino que ya está abriendo tiendas en provincias y está mirando hacia
países vecinos.
La realidad
nos demuestra que hay un nuevo espíritu entre los peruanos. El nuevo espíritu
de los emprendedores está en pensar en grande. Algunos productos de Gamarra o
del parque industrial de Villa El Salvador, nada tienen que envidiar a modelos
hechos en Milán, Estambul, Nueva York, París o Madrid. Es más, hemos visto en
esos países que algunos productos que no son superiores a las confecciones de
Gamarra. Por cierto, que nos referimos a confecciones que cumplen los
estándares internacionales de calidad.
Por esa
razón, decimos que el liderazgo es emprendedor e innovador a la vez. Eso
dependerá de la madurez de la persona, de su cosmovisión, de sus costumbres y
hábitos y de su nivel académico formal.
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