La
integridad es la base del liderazgo. Pero, ¿qué es integridad? Es la actitud
positiva de una persona que trascenderá por el estilo de vida que tiene. El liderazgo
implica tener una actitud positiva. Es hacer las cosas, pero hacerlas bien.
Hacer lo contrario es mediocridad. ¿Por qué afirmamos que el liderazgo es
integrador? Porque es un estilo de vida completo. Mucho se ha
escrito acerca de ello, e incluso, hay diversos programas que lo promueven en
todo el mundo. En el ámbito empresarial, el liderazgo juega un rol importante
en el crecimiento de las organizaciones y en la toma de decisiones, incluyendo
la adecuada administración de los riesgos organizacionales.
Incluso,
hasta los gurúes modernos nos hablan de la competitividad y eficiencia basada
en el liderazgo. Hay diversos modelos y estilos que transitan desde la correcta
gobernanza hasta la eficiente dirección.
En el
sentido más lato de la palabra, el liderazgo integral, predominó hace más de
dos mil años y está estrechamente vinculado, también, con la educación. Es
decir, el liderazgo integral basado en el servicio y el ejemplo.
El lector
habrá notado que existen líderes que son motivadores por excelencia y otros que
logran metas, venciendo todos los obstáculos que se presentan en sus caminos.
Es más, los resultados son los que hablan, y muchos de ellos son muy buenos.
Sin embargo, en algunos casos, quienes ejercitan esos “liderazgos” son personas
difíciles de soportar. Son autoritarias, déspotas, creídas, orgullosas,
vanagloriosas, mentirosas, egoístas, no aceptan consejos, etc., etc. Es decir,
sus vidas no reflejan lo que dicen y es fácil “leer” sus vidas. Hay un divorcio
entre la palabra y la práctica.
Conocí a un
“motivador” que fue un excelente promotor del liderazgo. Un día lo esperaba en
el hall de un hotel para hacerle una entrevista en mi calidad de periodista y
cómo él no me conocía, salió fumando un puro y todo el humo lo “arrojó” sobre
mi cara. No me pidió disculpas, sino que caminó algunos pasos para buscar al
periodista que lo debía entrevistar. Ese día quedé totalmente decepcionado del
liderazgo que pregonaba.
Conozco a
otro “motivador” que representa a una excelente universidad peruana. En cierta
ocasión, después de su alocución en una conferencia empresarial, nos acercamos
para hacerle algunas preguntas. El hombre se fue de largo, no nos atendió y
encima vociferó algunas palabras altisonantes. En un último certamen
empresarial, pidió desde el podio que nadie le tomara una foto. Bueno, ya se
creía un “semidios”. Es decir, en términos del espectáculo, se cree un “divo”,
aunque no lo es.
En el
periodismo se ven muchas cosas. Hay un excelente periodista que goza del
“prestigio” y “credibilidad” en sus entrevistas. Sin embargo, quienes han
trabajado con él, saben que hasta recuerda a las madres de sus redactoras. Su
conducta está divorciada de su “liderazgo periodístico”.
El liderazgo
integral está basado en el ejemplo, por un lado, y en el servicio por el otro.
Un verdadero líder está al servicio de los demás. En realidad, es un servidor.
Los buenos generales no son los que desarrollan una excelente estrategia para
la victoria en un gabinete o escritorio, sino aquellos que van al frente de su
tropa y el pelotón lo sigue, dándose en “alma, cuerpo y vida”, porque su
general y líder está adelante.
Obviamente
que el liderazgo requiere de autoridad, pero de una autoridad ganada en la
cancha. Los seguidores deben saber que su líder conoce el camino dónde
transitar, sabe acerca de los peligros, no los expone a incertidumbre alguna,
tiene vocación de servicio, comparte la visión de futuro y está al frente en
todo.
El verdadero
liderazgo es servicio. Un líder que quiere influenciar positivamente y ser
ejemplo de los demás, debe demostrar que está dispuesto a servir en la medida
de sus posibilidades. No es fácil servir en estos tiempos modernos cuando todos
quieren ser servidos. En los ámbitos empresariales, castrenses y académicos,
muchas veces, se toma al servicio como una actitud de menor jerarquía.
El buen
líder motiva con su ejemplo y servicio. En la actualidad hay muchos modelos de
liderazgo, pero aquel que deja huella, que transciende, definitivamente es el
liderazgo del servicio. El adagio popular dice: “El que no vive para servir, no
sirve para vivir”.
Siempre es
bueno recordar que al líder no lo hace la posición que tiene en la
organización, ni tampoco su autoridad. Menos el rango, status social, dinero,
poder, reputación o popularidad. Cualquier persona puede ser jefe o gerente,
pero líder no es cualquiera. En el mundo de los negocios, el verdadero
liderazgo no es gerencia, jefatura, puesto o autoridad. Eso lo puede lograr
cualquier persona que por amistad o suerte llega a esos puestos de confianza.
En las
finanzas populares y economía solidaria, como en cualquier tipo de industria o
actividad comercial, pueden existir presidentes de directorios, directores,
socios, gerentes, jefes y altos ejecutivos, pero no todos son líderes. Líder es
alguien que logra metas. Sus hechos y logros hablan por sí solo.
El liderazgo
no es algo que se adquiere por naturaleza y viene con la persona, se aprende en
el camino. Una persona puede nacer con ciertas habilidades que podrán hacer más
fácil el aprendizaje, pero hay que aprenderlo. Nadie nace honesto, generoso y
servicial, esas virtudes se aprenden y se forjan en el hogar. Si tenemos que
resumir en una palabra qué es el liderazgo, simplemente diríamos que es
“influencia” en el sentido más lato de la palabra.
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