sábado, 21 de marzo de 2020

EL LIDERAZGO ES PRUDENCIA


Se afirma que una persona prudente es sabia. Efectivamente esa frase es una gran verdad. Sólo las personas sabias saben tener a la prudencia como un estilo de vida. Son reservadas, evitando chismes y murmuraciones. A veces he sentido la presión de otras personas de actuar como ellas lo hubiesen hecho ante determinadas circunstancias. Generalmente, las personas esperan que todos actúen bajo un “espíritu de cuerpo”, basado más en la amistad que en los principios y valores. Muchas veces se defiende a las personas a pesar de sus errores y faltas éticas, sólo por el “amiguismo” y no porque es la verdad. Un líder es una persona prudente, ante todo. Puede escuchar muchas cosas, las guarda y no las difunde. No está en problemas o controversias sobre quién dijo la verdad o no.
Tampoco se mete en chismes o murmuraciones. No toma partido por un grupo, es imparcial y toma las decisiones correctas.
La prudencia es una virtud que no la tiene cualquiera, pero tampoco es algo imposible de alcanzar. Se aprende a ser prudente. La prudencia evita muchos problemas y es una noble tarea que conlleva a la concordia, unidad, armonía y paz. La prudencia es para personas valientes.
Un líder no anda entrometiéndose en cualquier asunto. El liderazgo es una posición que se gana con el ejemplo, la influencia y el servicio. Es fácil identificar al líder, razón por la cual la prudencia debe ser su bandera. No obstante, si se tiene que defender una verdad, lo hace con autoridad y precisión, sin ambage alguno
Existe un dicho popular que afirma: “La verdad ofende” o “la verdad siempre duele”. Un líder puede estar al frente de la verdad, pero la prudencia lo refina. La prudencia no es diplomacia, sino saber decir la verdad, así duela, pero como conviene. Como diría el apóstol Pablo en su carta a la iglesia de Corinto: “Todo me es lícito, pero no todo conviene”.
Se aprende la prudencia que es la antesala de la sabiduría, pero ser prudente es más que ser una persona reservada. Hay personas que tienen esa práctica, no se meten en problemas y guardan bajo siete candados un secreto, pero no hacen nada por cambiar la realidad.
Un líder siempre busca cambiar la realidad, al menos, cuando ésta es monótona, tradicional y habitual. Tampoco se trata de cambiar por cambiar cuando las cosas están por buen camino. Rompe con los paradigmas.
A veces hay que ser disruptivos. Es decir, proponer cambios radicales que prometan mejorar la competitividad personal, las relaciones grupales y las costumbres.
Se afirma que la prudencia es la capacidad de pensar positivamente. Es decir, pensar siempre en lo correcto, en lo que es bueno para los otros. Si una palabra o actitud va a perjudicar a otras personas, mejor no hacerlo o decirlo.
Siempre hay riesgos por asumir que, en el ámbito de la administración de los riesgos integrales, se pueden transformar en siniestros, si no se toman las medidas adecuadas. La imprudencia ocasiona catástrofes en las relaciones humanas.
Por eso, frente a determinados acontecimientos o actividades hay qué saber pensar para actuar o gestionar correctamente. Aún algunas personas cuando callan son tomadas como prudentes.
El líder no necesariamente tiene que decir algo en todas las circunstancias. No tiene la obligación de tomar, por ejemplo, la palabra en una sesión o asamblea. Es notorio que, en sesiones o asambleas, siempre son las mismas personas quienes hablan y muchas veces, sus propuestas no son las correctas.
Es verdad que hay riesgos posibles que asumir, pero para ello, una buena reflexión trabajada con antelación o con el concurso de otras personas, puede ser la decisión correcta para asumir o gestionar. Aún un líder busca consejo en otros. No es “todista” (que todo lo hace) ni se cree que es la única persona que piensa. Los otros también piensan y hasta pueden tener mejores ideas para determinada gestión.
De lo que se trata es que, mediante una actitud prudente, se puedan tomar decisiones correctas que no perjudiquen a terceros, ni limiten sus derechos.
Una persona prudente tiene visión de futuro, porque mediante su postura imagina los próximos escenarios como resultado de su proceder.
Lo contrario a la prudencia es la necedad, impaciencia, falta de tolerancia, enojo y hasta violencia. Un verdadero líder que influencia en los demás, está lejos de estas realidades.
El líder prudente es también justo, Es decir, la justicia es su estandarte y siempre actuará con equilibrio. La prudencia es parte de la integridad que es la totalidad en el liderazgo.
Discernimiento y distinción
La prudencia es también una virtud que discierne el bien del mal, lo correcto de lo incorrecto. Se requiere cierta capacidad de análisis y ética para adoptar la prudencia como estilo de vida.
Pareciera que una persona prudente está más cerca del cielo que del infierno, y sospecho que esta frase es verdad. En la historia vemos que con prudencia se evitaron guerras, muertes y actos de violencia, por el contrario, se lograron victorias y hasta se ganaron laureles.
En el liderazgo la prudencia se trabaja. Demanda tiempo y esfuerzo. También trabajar en las vidas de las personas como se hace con el discipulado o consejería.
En el trabajo que desarrollo con mi esposa en la Consejería Matrimonial, por ejemplo, observo que muchos problemas de las parejas se hubieran evitado si sólo hubiera un poco de prudencia en los cónyuges. Algunos se evitarían entrar en psicoterapias. Sin embargo, la falta de prudencia trae siempre problemas, malentendidos y hasta separaciones.
Se puede entender que la imprudencia forma parte de la vida de los adolescentes, precisamente, porque ellos están en la etapa de la transición de la niñez a la juventud, pero cuando la imprudencia permanece en la adultez, la situación muchas veces es difícil.
Por esas razones, siempre recomendamos que quienes aspiren un liderazgo emprendedor, ético, empresarial, académico o político, la prudencia siempre será la mejor compañera del éxito.
Admitimos que es difíciles asimilar, cuando la persona es adulta, estas enseñanzas, pero no es imposible. Al final de cuenta, la prudencia es un estilo de vida que sólo los verdaderos y auténticos líderes la tienen.
No se desanimen. ¿Se puede aprender a ser prudentes en estos tiempos de competitividad y cambios bruscos en la sociedad? Sí es posible. Demandará tiempo, convicciones por parte de quienes desean aprender y tomar buenas decisiones para convertirse en los nuevos líderes que nuestra sociedad necesita.
(Tomado del libro “Liderazgo integral: Características del líder moderno” del autor).

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